Sobre el odio libre 4
¿Cómo evacuar de la vida el miedo? ¿Cómo expulsar de la vida el miedo para que ésta, por fin, nos restituya el querer vivir? Mi querer vivir
Todos quieren siempre escuchar lo que más desean. Piden agua para apagar el fuego, el árbol que les proteja del sol, la solución para el problema acuciante. Pero no existe ninguna palabra de luz. No te dejes engañar: la luz es incapaz de vencer a la noche. Sólo tu propia noche puede triunfar sobre la noche. ¿Quién va a querer oír lo que nunca nadie se ha atrevido a afirmar? Temo la reacción de los decepcionados pero aún más temo a los hijos del sol, porque ellos nunca aceptarán una palabra de sombra. Sé que mi respuesta no será comprendida y que seré maldecido. Pero ya es hora de decirlo. El odio es lo único que puede vencer al miedo. Sólo el odio puede separar el miedo de la vida y liberar así al querer vivir. ¿Quién osará bajar, quién descenderá al interior de la circularidad odio ↔ miedo para doblegarla? Aquel que sea capaz de odiar la vida con un odio suficiente. ¿Cuál es este extraño odio que rompe la circularidad que nos sujeta? El odio que habla así: «Odio la vida porque la quiero tanto ...››
¿No sabes que esta palabra oscura puede hacer mucho daño? A ti y a los demás. Promover un odio hacia la vida, sea cual sea, únicamente puede traernos amargura y desdichas. Allí donde el odio reina crecen los fanatismos de cualquier signo. Donde el odio a la vida se extiende, muere la vida. La venganza ocupa los corazones y la violencia ataca los cuerpos. Entronizar el odio es una absoluta irresponsabilidad.
Sé todo lo que dices. Ciertamente el odio es una fuerza negra que nos desborda porque trae el infierno a la tierra. Pero ¿no dice Hölderlin que allí donde crece el peligro está la salvación? Se ha querido abolir del discurso el odio expulsándolo como lo que no puede ni llegar siquiera a pensarse. En los diccionarios de filosofía no se encuentra la palabra odio y, curiosamente, sólo los diccionarios de teología la recogen. El odio, se nos dice, es un mal fruto del pecado. Y, sin embargo, el pueblo de Israel deberá odiar a los enemigos de Dios para no imitar su conducta. Y Dios mismo ¿no es capaz de odio? En nuestra sociedad, en cambio, la defensa de cualquier forma de odio es políticamente incorrecta. No digamos ya la promulgación de un odio dirigido contra la vida, que, evidentemente, sería la expresión máxima de maldad y resentimiento.
Ir contra corriente no es garantía de estar en la verdad. Además, el odio es un cuchillo que no tiene mango. Con él hieres y te hieres.
Santiago Lopez Petit. Amar y pensar. 2005