martes, diciembre 26, 2006

Persiguiendo a la “V” de Vivienda



por Grupo 47
grupo47m@gmail.com

Flipamos en la primera sentada, resistimos en la segunda, insistimos en la tercera, paseamos en la cuarta... Queríamos publicar un librito, pero las movilizaciones todavía están vivas, muy vivas. No podemos cerrar lo que nos supera. El librito se ha roto. Ahí va el primer post.

CAPÍTULO 1: ¿Primera movilización post 13- M?


En el momento de publicar estas líneas, en Barcelona está tomando cuerpo la consigna “En dos años, la mitad”: si durante dos años dejamos de comprar viviendas, el precio bajará a la mitad. ¿No sería esta consigna, salvando las distancias, del mismo tipo que esa otra de “Mañana votamos, mañana os echamos”, que se gritó el 13-M? ¿No se trata, en ambos casos, de interferir en lo que hay (política, mercado...) con las herramientas al alcance de la mano (elecciones, hipotecas) para transformar la realidad, sin horizonte utópico alguno? Una y otra consigna remiten a una “decisión personal” (votar, comprar...), pero habiendo cambiado antes las condiciones en las que esta decisión personal va a tomarse. No se trata de llegar a una reivindicación consensuada, sino de cambiar las reglas del juego y en lugar de decidir, como habitualmente hacemos, entre un abanico de posibilidades (hipotecarme o no), decidir darnos posibilidades: decidimos ¡bajar el precio de la vivienda!

Una invitación

Hola a todos.
Sé que este correo-e se puede parecer a muchos de los que circulan por la red pero no es cierto. Este correo-e está siendo enviado por toda España para reivindicar nuestros derechos. Hemos asistido durante el mes de marzo a la convocatoria de multitudinarios macrobotellones, esta convocatoria es diferente.

En Francia, los jóvenes protestan por la “modificación” de los contratos basura. Muchas voces han sido las que se han quejado en este país porque los jóvenes no hacían nada. Pues bien, ¿se lo vamos a demostrar?

El domingo, 14 de Mayo, sentada en la Puerta del Sol en Madrid. Queremos todos una vivienda digna, una vivienda en la que podamos vivir y fundar nuestras familias sin estar destinando más del 50% de nuestro sueldo para pagarla. Si de verdad te importa tu futuro… ¿estarás allí sentado con tus colegas?
Difunde este mensaje. Pásalo.
Esta convocatoria no ha sido convocada por ningún partido político, simplemente es la demostración de como la juventud española puede unirse para conseguir sus propósitos.

Con este mensaje se convocaba la primera sentada por una vivienda digna, para el 14 de mayo de 2006. La propia convocatoria recoge parte del contexto en el que la protesta va a tener lugar:
  • Las movilizaciones en Francia, en marzo de 2006, contra el Contrato de Primer Empleo, una medida para abaratar la mano de obra juvenil.

  • Los macrobotellones convocados por Internet para el 17 de marzo en diferentes ciudades españolas, algunos de ellos tolerados y otros duramente reprimidos.
Además, aunque no se recogen en la convocatoria, otras experiencias recientes marcan también el aire de la misma: los incendios de coches en los suburbios de París, en noviembre de 2005; los dos años de gobierno progresista y las masivas manifestaciones convocadas por la derecha, y, por supuesto, las movilizaciones del 13-M de 2004 en respuesta a la gestión del PP tras los atentados del 11-M en Madrid.


Lo nuevo: la capacidad de crear

Se trata de una insólita convocatoria que dispara una protesta que, en la primera sentada, en Madrid, presenta una serie de rasgos ciertamente singulares:
  • No se trata de una convocatoria centralizada y no hay organizaciones convocantes ni movimientos de referencia.

  • La sentada toma decisiones in situ, pero sin recurrir al formato asambleario, y autoconvoca su propia continuidad (“En Sol a las cinco, el próximo domingo”).

  • La sentada se autoorganiza en cuanto a su recorrido (“Eso, eso, eso, nos vamos al congreso”; “A la vistillas, por unas cervecillas”), en cuanto a sus lemas y en cuanto a sus dinámicas.

  • La producción descentralizada de consignas guía el curso de la sentada. Las consignas son a la vez forma de organización y medio de expresión. Todas las consignas son autoproducidas, no se importa ninguna de experiencias anteriores.

  • Es alegre y creativa (“Por favor, un nidito de amor”), en un clima festivo que transmite intensidad, lejos de las dinámicas artificiales y mortecinas frecuentes en otras manifestaciones.

  • No se convoca contra un enemigo; simplemente se expresa un malestar, un problema (“Hipoteca: cadena perpetua”).

  • Para expresar este malestar, al estilo zapatista, se utilizan palabras desprovistas de un significado político explícito (“vivienda digna”).

  • Evita la politización, eludiendo el encuadramiento en la izquierda o contra la derecha y al revés (“Un chalet como el de ZP”, “Un pisito como el del principito”).

  • Es incluyente (“Vosotros también estáis hipotecados”) y muy bien aceptada por la ciudadanía, que da muestras de simpatizar con la sentada (sonrisas, aplausos, tolerancia ante los cortes de tráfico...), pero sin recurrir al imperativo “no nos mires, únete”.

  • Independientemente de su capacidad de convocatoria, no se autopercibe como un gueto, y de ahí la alegría que circula.

  • Evita el enfrentamiento con la policía a toda costa, incluso después de las brutales cargas policiales producidas durante la segunda sentada madrileña y de las arbitrarias detenciones posteriores. La sentada intenta evitar las cargas dirigiéndose a la policía con la consigna “Tus hijos también están hipotecados”.
Por frescor y lo inesperado de esta subjetividad emergente, estas sentadas resuenan con el 13-M: una autoconvocatoria que se autoorganiza mediante la producción de consignas sobre el terreno y que no se autopercibe como un gueto porque acoge el anonimato y la multiplicidad. Una movilización en la que lo más importante no es lo que cada grupo o movimiento trae preconcebido, sino lo que produce in situ la alegría de estar juntos sin tener ni idea de quién tienes al lado; donde la energía no se produce a partir de visibilizar la presencia de los distintos movimientos sociales como tales, sino precisamente por el hecho de no poder reconocerlos. Un espacio horizontal donde no se pelea por la hegemonía de la consigna propia, sino donde la unidad se construye a partir de la escucha y la escucha hace que los lemas no se pisen, que se sigan las iniciativas de los demás confiando en su buen hacer y que se cuide, así, la alegría de estar juntos.

Esta resonancia con el 13-M es hasta cierto punto determinante, puesto que todavía se suceden las polémicas sobre su autoría (¿fueron las redes sociales de la izquierda?) y sobre la identidad de los autoconvocados (¿fue una multitud?). Sin duda, hay una correlación entre las interpretaciones que se hacen del 13-M y la acción política que se emprende, o viceversa. Para quienes afirman que las principales autoras del 13-M fueron las redes sociales de la izquierda, la tarea será reconstruir y fortalecer esas redes, favoreciendo encuentros “de carne y hueso” que vayan más allá de lo virtual. Para quienes ven en el 13-M un swarming civil espontáneo, el desafío consistirá en combatir cualquier atisbo de centralización y en hacer redes, muchas redes, y cuanto más descentralizadas mejor.[1]

Para quienes creemos que la práctica del 13-M no se puede deducir de ningún sujeto previo (redes militantes, izquierda, multitud), hay que atender sobre todo a los nuevos sentidos que esa práctica produjo, a lo que funcionó y a lo que no funcionó entonces. No tratar de asignar una identidad a lo desconocido (quién había detrás, quiénes eran), porque en todo acontecimiento los efectos exceden a las causas, se da una ruptura y las personas se transforman en algo distinto de lo que eran antes. En ese sentido hablamos también de anonimato. Hay prácticas que son invenciones, prácticas que fundan nuevas formas de entender, sentir y actuar. En ese sentido, el 13-M nos habla de una nueva manera de hacer política: imprevisible, incluyente, horizontal, no utópica, que utiliza la coyuntura, que atiende a lo existencial, que empodera lo social sin dar cancha a los políticos... Una nueva manera de hacer política que destituye simbólicamente los saberes y las instancias tradicionales de lucha. Lo cual no quiere decir que parta de la nada, sino que rearticula y resignifica radicalmente los saberes previos. El desafío que se abre entonces no es desembarazarse de los saberes previos (profesionales, especialistas, militantes, intelectuales), sino crear saberes internos al nuevo proceso, actualizando los saberes previos en un contexto desconocido (y no sólo los saberes, también los recursos, las infraestructuras, etc.). El premio de ese esfuerzo (a veces gozoso, a veces doloroso) de devenir otro con la situación nueva, y no juzgarla con parámetros previos, es ver cómo se generaliza a todo lo social lo que hasta entonces estaba limitado a un grupo cerrado de personas.

No un discurso convincente, sino un asunto común


Desde muchos puntos de vista, las sentadas, en Madrid, han sido una experiencia poco relevante: poca asistencia, poco discurso, ningún logro... Sin embargo, cuando la realidad es despolitizadora, cualquier cosa es politizable y cualquier punto de partida es bueno. Si estamos de acuerdo en que luchar es crear posibilidades de fundar subjetividad y es producir alteraciones en el modo de estar en el mundo, entonces deberíamos preguntarnos en qué medida el paso por una sentada puede suponernos salir subjetivamente transformados. Formular esta pregunta significa perforar la mirada que dice que en las sentadas no ha pasado nada porque no ha pasado lo que creíamos que tenía que pasar, o porque lo que ha pasado no podemos entenderlo.

Las sentadas no han exhibido un saber fuerte sobre la solución al problema de la vivienda ni sobre cómo se coordina una lucha. Pero lo importante no son las reivindicaciones negociables en el parlamento, sino la sacudida que me saca de mí y me empuja a hacer de “lo mío” un asunto común. Basta con sentir un problema (cualquier problema pegado a la piel) como un asunto común, para que esta puta vida deje de estar encerrada en treinta metros cuadrados o encadenada a una hipoteca, y para que la confianza en que esto se puede desbordar, y puede hacerlo a favor nuestro, llene las calles y los blogs, y vacíe las inmobiliarias y los bancos.

Fin del primer post. Próximamente el segundo, “Ir, volver a ir... dejar de ir”: una entrevista a alguien que se engancha desde lo virtual, se anima a poner el cuerpo, y se encuentra con...

[1]

Swarming (enjambramiento)

La sociedad de las redes distribuidas


Este artículo ha sido publicado bajo una licencia Creative Commons. Reconocimiento-NoComercial SinObraDerivada 2.5. Se permite copiar, distribuir y comunicar públicamente el texto por cualquier medio, siempre que sea de forma literal, citando la fuente y sin fines comerciales.

No hay comentarios: