Fake Orgasm.
Fake Orgasm.
La película nos habla de la vida de un personaje que, por medio de una decisión resuelta, (la de alguien que cree que es la libertad de su voluntad la que le lleva a abandonar su estado de bio mujer para devenir trans hombre), quiere aparecer como excepcional, pero que de ninguna manera es un caso especial. No hay casos especiales.
El recorrido de alguien capaz de depositar su pasión en un intento para desvelar las pautas aprendidas de una intimidad vivida sin una urgencia propia, intimidad enajenada. Fracasada pretensión de obscenidad, mero espectáculo, juego sin riesgo. Intento de remover las seguridades de las conciencias que deviene afirmación de la normalidad normalizando.
Desengañado, el personaje quiere ir más allá en la politización de su existencia, quiere negar la dualidad en que navegan las inercias del pensamiento, desordenar las piezas en las que se asientan las seguridades confortables de un alma acomodada y ni siquiera consigue el esperpento, todo queda en el espectáculo de la mujer barbuda, del cabaret innovador y atrevido, una constatación más del circo de las vanidades. Espectáculo para la evasión que permite optimizar los recursos humanos de la movilización total.
La suya es la tragedia de un hombre vulgar, la tragedia de cualquier hombre, de un hombre cualquiera. Todos sus esfuerzos por politizar la existencia son convertidos en mercancía o, peor aún, en marca personal, y respecto a los demás, a los otros, en necesaria válvula de escape para mayor gloria de la adaptación a la normalidad
.
El trayecto le sirve a él, (tanto como a los discípulos de Lenin debió de servirles el suyo) ya ni el desprecio por sus espectadores puede salvarle, está en condiciones de empezar a amar, ya odia su vida, ya no desconfía, ha renacido y se encuentra sirviendo cafés en su aceptación de una terrible derrota. Una vida politizada no le salva de la vida. Y respecto a los otros ya sabe que nada escandaliza, nada es obsceno, nada mueve a reflexión, las vidas de todos, como la suya, son vidas sin substancia. Liberación estéril. No hay nada que hacer.
Se acabó la simulación. ¿Liberación estéril?. ¿No es más bien el momento en que habría de empezar a pensar?. ¿Acaso no calla la película en el momento que habría de empezar a hablar?. Pero ¿qué decir?, ¿qué oídos podrán escuchar la voz vacía de esta criatura, el grito ahogado de quien no sabe que hacer con el amor de que se ha dotado en este viaje frente a la barbarie generalizada y el embrutecimiento de los productores de la metrópoli?.
Es la vida de cualquier obrero que ha querido luchar, de cualquier poeta que ha querido cambiar su vida, de cualquier hombre que no se resigna a la autosatisfacción en ser lo que hay que ser. Se trata, pues de una vida más, una vida vulgar. Lo excepcional es lo que le queda por hacer. ¿Qué hacer para escapar, para salir de esta jaula de hierro en la que hemos sido arrojados por las necesidades de reproducción del capital?. ¿Qué hacer para vencer nuestro miedo a la experiencia de lo común interrumpiendo con ello el triunfo aniquilante de la movilización total?.
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